El pasado domingo se estrenó el segundo episodio de la temporada en curso de South Park. Para los que no estén familiarizados con este programa que se emite por la cadena de TV por cable Comedy Central (los episodios también se pueden encontrar en HBO Max), aquí les explico brevemente de qué trata este programa: una serie de dibujos animados dirigida al público adulto en el que se satiriza con humor negro la sociedad, actualidad y cultura popular estadounidense, mientras presenta las aventuras de Stan, Kyle, Kenny y Cartman, sus personajes principales. En este espacio se ha criticado a todos los personajes que se puedan imaginar; desde Osama Bin Laden hasta la «religión» de la Cienciología (Tom Cruise incluido), todos han pasado por el escrutinio de los productores de la serie.

Y finalmente le llegó el turno a los Duques de Montecito.

Porque no lo duden, los productores de la serie no se casan con nadie a la hora de satirizar a alguien o a algo y le lanzaron sus mejores dardos a la parejita de ex royals. Como dirían en mi pueblo, «les dieron hasta dentro del pelo», exponiendo su hipocresía y frivolidad.

El episodio, titulado “The Worldwide Privacy Tour”, se burla de los Harkles por, de nuevo, su flagrante hipocresía. Siguen exigiendo que respetemos su privacidad mientras comparten cada célula de sus vidas con la humanidad, cansada de sus lloriqueos. Libros. Documentales. Entrevistas en diferentes medios. Todo fue desmenuzado en poco más de 20 minutos de manera magistral. Porque no se les escapó detalle alguno a los guionistas.

Hubo muchos puntos que se pueden resaltar del episodio. Es que les digo, los productores no dejaron NADA al azar, desde todas las portadas de revistas de Meghan (aunque se coló una de la Princesa de Gales para la revista Vogue) en la puerta de la casa de Kyle hasta el todger congelado de Harry. En serio, me preguntaba por qué no habían hecho un episodio antes, pero viéndolo ahora (admito que lo he visto, y reído hasta las lágrimas, unas cuatro veces ya), lo tengo claro. La producción hizo la tarea y sacó sobresaliente. El trabajo de investigación fue tan exhaustivo para este guión que mereció la pena esperar por este capítulo. Pero tranquilos, solo voy a mencionar tres de ellos, que pienso son los más relevantes.

La primera, la crítica directa a los Harkles, en el episodio llamados como «el príncipe y la esposa» para no mencionar sus nombres pero mostrándolos de manera que se les pueda identificar como Harry y Meghan (esta gente son unos genios, la verdad sea dicha) durante una «entrevista» a «Good Morning Canada«.

Nota al calce: en el programa se menciona que el Príncipe y su esposa son de Canadá para no mencionar el país de Gran Bretaña como tal, igual como hicieron al parodiar la boda real de los Príncipes de Gales, William y Catherine. Pero si consideramos que el monarca británico de turno es el/la Jefe de Estado de Canadá a través de la Commonwealth que los Harkles critican por su pasado colonial y de la cual desean ser «reyes» a partes iguales, pues…

Volviendo a la «entrevista» antes mencionada, el presentador acusa a Harry de convertirse en lo que tanto dice odiar: al contar las intimidades de la familia real en su libro, titulado en el episodio como «WAAAGH», se ha vuelto en un periodista.

—Así que odias a los periodistas.
—Así es.
—Y ahora escribiste un libro que informa sobre la vida de la familia real.
—Cierto.
—Así que eres un periodista.

Escena de South Park, la traducción es mía.

(Ahora que menciono el libro Spare, sé que debo la reseña pero aún no lo termino, por lo que espero terminarlo en algún momento para comentar qué me pareció.)

Es ese doble discurso lo que los convierte en hipócritas. Dicen una cosa y hacen otra distinta. Lo vemos en su discurso del cambio climático (viajando en aviones privados, lo cual se ve en el episodio), su insistencia en la privacidad, etc.

A todo esto, el presentador también acusa a Meghan de ser una «chica Instagram» (no voy a decir la palabra con B incluida en la frase que la describió, y que tanto critica Meg en su podcast, Archetypes). Dicho por ella misma en el reality de Netflix, Meghan conoció a Harry por Instagram, insistiendo en que ella quería conocerlo a él no por lo que dice la prensa o por Google, sino por la red social. ¿Es que no sabe que el 99% de lo que se ve en Instagram es falso? Aquí se ve lo frívola y vacía que es Meghan, al considerar la falsa vida que los usuarios presentan en Instagram como real. También lo vemos al final del episodio. Y de manera directa, además.

Por cierto, el episodio se ceba en Meghan más que en el propio Harry. O al menos, es como se percibe. Aparte de que al final del episodio Harry se «redime» hasta cierto punto. Pero de eso, además de lo vacía que es Meghan, ya hablaremos más adelante.

Lo segundo que deseo comentar viene en la subtrama del episodio. La carta de la víctima. A través del interés de Kyle en hacer que sus compañeros de escuela lo acepten, se victimiza cuando su hermano no le deja utilizar el ordenador para jugar un vídeojuego online y su relación con sus amigos se «deteriora». Es entonces cuando va a una firma consultora para mejorar su «marca». Claro, que todas las opciones de rebranding tienen un denominador común: la palabra VÍCTIMA al final de las descripciones. ¿Les recuerda a alguien en específico? La pareja de Montecito se revuelca en el victimismo , a pesar de su belleza, riqueza, fama y privilegio. Y están lejos de estar solos. La búsqueda del estatus de víctima se extiende por toda la llamada cultura woke.

La brillantez del episodio es cómo permite que el público procese la palabra y su uso. No hay conferencias ni intentos de describir por qué el estado de víctima es tan vital en la cultura actual. Simplemente, atacan directamente sin reverencia alguna la tendencia a la victimización que permea hoy en día.

Lo tercero y último es que los guionistas del episodio se atreven a hacer una especie de predicción sobre la relación de la pareja del gallinero. Al final del episodio, al muy estilo programa infantil de los años 80, presentan la lección que debemos aprender del mismo: lo que importa es lo que tenemos dentro, no la falsa imagen que queremos que el mundo vea para que seamos queridos. Que, al darle énfasis a la «marca» que queremos vender, dejamos de ser humanos y nos convertimos en un mero producto de mercadeo.

¿Y la predicción? Bueno, el episodio concluye con un príncipe dándose cuenta de lo que realmente importa en la vida y decide dejar de manipular la opinión pública, por lo que abandona la firma consultora de rebranding, pero la esposa no lo sigue, prefiriendo reinventar su marca por encima de todo lo demás. ¿Cómo queriendo decir que, si Harry y Meghan —en especial Meghan— siguen por el camino que van, podrían terminar divorciados? Yo solo sé que yo les di seis años (pueden ser más, si nos dejamos llevar por la obstinación de Harry, pero me sostengo en mi pronóstico). Y ya Lady Colin Campbell ha comentado que, aparente y alegadamente, la pareja atraviesa por serios problemas matrimoniales, así que…

Por lo presente, siguen juntos y, aunque se reportó de que el dúo de Montecito había contactado a sus abogados respecto a este episodio de South Park, según The New York Post no van a demandar a nadie. Tampoco es como si eso le importara a los creadores del programa, pues South Park es una marca BILLONARIA, cosa que la pareja del gallinero no es, y están curados de espanto de posibles demandas (aparte de que con tanto dinero a su haber, su batería de abogados es infalible). No en vano el programa lleva 26 años al aire y sin posibilidades de cancelación. Esto, sin contar con el hecho de que en South Park no se dijo nada que no fuera cierto. Además, serían tontos el príncipe y la esposa si toman acción legal porque si lo hacen, alargan más el chisme… ¿O será que eso es lo que quiere el dúo de Montecito? Juzguen ustedes.

P.D.: Yo quiero una camiseta con el hashtag #WAAAGH en ella… *Aisha sonríe de oreja a oreja*

• Fotos cortesía de Comedy Central
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